
Leyendo la prensa de ayer me tropecé con las afirmaciones de Joel Mokyr, historiador de la economía, sobre la relación entre la corrupción y el nivel de desarrollo de un país: "el milagro chino está sobrevalorado. Es un país pobre con unos estándares de vida muy por debajo de los occidentales... [...] Yo no viviría allí, al menos no como trabajador chino. Es un modelo que funciona sobre la base de bajos salarios y una moneda devaluada y, por encima de esto, es muy corrupto. [...] Ni el país más corrupto de Europa es comparable a China ...". El gobierno popular de la Comunidad Valenciana parece que lleva tiempo tomando nota de esta realidad comparativa... Alejandro Font de Mora, responsable de la degradación cabalgante y "embarraconada" de nuestra educación pública, ha decidido vender a sus conciudadanos la "optativa del chino" en los colegios como alternativa al impulso real de las lenguas comunitarias y, por descontado, frente al desarrollo de la enseñanza bilingüe a la que nos obliga l'estatut y Llei d'ús del valencià. Para Font de Mora, el chino es una pantalla de humo, pero también un mensaje... frente a las carencias de la enseñanza pública valenciana, y frente al desarrollo de un modelo plurilingüe que construya las bases identitarias y culturales valencianas y europeistas, frente a eso, la cultura del "milagro chino" (que no la cultura china, respetable y milenaria), la cultura de la devaluación, la baja calidad educativa y la corrupción de la educación. En eso anda también su compañero de Consell, Rafael Blasco, a quien le persiguen las dudas sobre su gestión de los presupuestos detinadas a la cooperación y el uso que ha dado a las aportaciones de los valencianos para la reconstrucción de Haiti. El desarrollo de un país se mide por la fiabilidad y la solidez de sus sistemas públicos y su modelo de estado, como indicaba Joel Mokyr. En Valencia, los políticos también son inevitable reflejo de la ética y la capacidad del sistema público frente a la dicotomía desarrollo vs. corrupción. Quizá el modelo de Font de Mora y Blasco sea China, por eso la obsesión para que los niños y niñas del sistema público aprendan el chino en lugar del inglés, el francés o el alemán (que para eso ya están los centros privados). Mientras, el Oceanográfico celebra la Semana Europea del Tiburón... La gran oferta del Oceanográfico para los niños: dormir con los tiburones.
















film se puede percibir como algo lejano, o tan cercano como lo son los miles de soldados estadounidenses, daneses, españoles, etc. que se baten contra la "otredad" excolonial del Medio Oriente, una guerra por las riquezas de los "débiles" que las potencias llevaron en el 1914 a las trincheras de Centroeuropa y que ahora se dirime tan lejos y tan cerca como el universo globalizado habilita. Y una pregunta... ¿en qué guerra luchará (

