miércoles, 26 de mayo de 2010
Camps o una profesión política
En Valencia la política se ha convertido en el modo de vida de una enorme cantidad de profesionales adscritos al Colegio Oficial de "ser político" que se resisten a romper cualquier vínculo con la "cosa pública" si con ello pierden pie en el yacuzzi de la democracia, en la sauna permanente, en la molicie de las inercias. Camps es sólo una víctima de esta "escuela" que nos arrastra en el descrédito de lo público. No hay forma de reconstruir las formas de participación ciudadana y de rigurosidad en el servicio público y en la defensa del interés general con un cuerpo de representantes "colegiados" que viven su posición como una encomienda vitalicia, afuncional y desvinculada de los representantes. Francisco Camps ha hecho de esta perspectiva "apolítica", "amoral" y "amorfa" de desarrollar la representación pública un arte, y por supuesto su única manera de ser y de vivir (cosa que, a la postre, será más determinante que la faceta artística). Tan es así que, ante las evidencias de que el banquillo y el tribunal le espera con indicios sólidos de delito y ante las insinuaciones de que a la vista de los errores y de los deslices lo mejor sería dejarlo y dar paso a otros..., ante eso Camps ha contestado que "la fiesta no termina", no se va. Cómo gestionará esto Rajoy, es un misterio. En el aire queda el aroma a colonia cara y a trajes recién planchados que se entremezcla con el hedor de la descomposicón democrática. Ese modo de vida al que se aferra Camps es símbolo de esta comunidad valenciana de glorias a España. Camps caerá con sondeos dándole mayorías absolutas, prueba de que se le reconocen los méritos y la profesión, a pesar de los indicios de delito. Como siempre, se marchan los "buenos" y se queda Rajoy.
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