domingo, 17 de octubre de 2010

Chino en Valencia o durmiendo con tiburones


Leyendo la prensa de ayer me tropecé con las afirmaciones de Joel Mokyr, historiador de la economía, sobre la relación entre la corrupción y el nivel de desarrollo de un país: "el milagro chino está sobrevalorado. Es un país pobre con unos estándares de vida muy por debajo de los occidentales... [...] Yo no viviría allí, al menos no como trabajador chino. Es un modelo que funciona sobre la base de bajos salarios y una moneda devaluada y, por encima de esto, es muy corrupto. [...] Ni el país más corrupto de Europa es comparable a China ...". El gobierno popular de la Comunidad Valenciana parece que lleva tiempo tomando nota de esta realidad comparativa... Alejandro Font de Mora, responsable de la degradación cabalgante y "embarraconada" de nuestra educación pública, ha decidido vender a sus conciudadanos la "optativa del chino" en los colegios como alternativa al impulso real de las lenguas comunitarias y, por descontado, frente al desarrollo de la enseñanza bilingüe a la que nos obliga l'estatut y Llei d'ús del valencià. Para Font de Mora, el chino es una pantalla de humo, pero también un mensaje... frente a las carencias de la enseñanza pública valenciana, y frente al desarrollo de un modelo plurilingüe que construya las bases identitarias y culturales valencianas y europeistas, frente a eso, la cultura del "milagro chino" (que no la cultura china, respetable y milenaria), la cultura de la devaluación, la baja calidad educativa y la corrupción de la educación. En eso anda también su compañero de Consell, Rafael Blasco, a quien le persiguen las dudas sobre su gestión de los presupuestos detinadas a la cooperación y el uso que ha dado a las aportaciones de los valencianos para la reconstrucción de Haiti. El desarrollo de un país se mide por la fiabilidad y la solidez de sus sistemas públicos y su modelo de estado, como indicaba Joel Mokyr. En Valencia, los políticos también son inevitable reflejo de la ética y la capacidad del sistema público frente a la dicotomía desarrollo vs. corrupción. Quizá el modelo de Font de Mora y Blasco sea China, por eso la obsesión para que los niños y niñas del sistema público aprendan el chino en lugar del inglés, el francés o el alemán (que para eso ya están los centros privados). Mientras, el Oceanográfico celebra la Semana Europea del Tiburón... La gran oferta del Oceanográfico para los niños: dormir con los tiburones.

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