domingo, 9 de noviembre de 2008

Santo Cáliz, deporte y glamour en Valencia


Valencia está en el camino de convertirse en un escaparate para la peregrinación de lujo y glamour a la que hasta ahora no se había atrevido a aspirar ninguna de las ciudades santas de la cristiandad. Santiago de Compostela, Jerusalén, Lourdes, .... se ofrecen a los visitantes ligadas desde hace siglos a través de un camino previo, a una experiencia de peregrinación o de acercamiento que requiere del esfuerzo de la penitencia o de la constricción, a través del rompimiento espiritual o físico para alcanzar el descanso en su seno. Valencia, empeñada en convertirse en la ciudad destino de todo el galmour superficial, conservador y adinerado de la sociedad global, corría el riesgo de convertirse en refugio banalizado de yates de lujo y fiestas del paraíso. La celebración del encuentro del Papa con las familias cristianas en julio de 2007 puso las bases para dotar a la ciudad de esa pátina sagrada. Pero, como los catequistas del márketing del Vaticano saben a la perfección, sólo las reliquias garantizan la conexión perenne y duradera de las ciudades con la divinidad, evitando así el costoso esfuerzo de traerse al Papa todos los años a la ciudad y asegurando una permanente razón para el ejercicio espiritual y la adoración fetichista de los restos de santidad que dios se va dejando en su relación con lo terrenal por los rincones del orbe. Ahora, el liderazgo científico, cultural y académico que nos regala desde su creación la Universidad Católica de Valencia nos ha permitido descubrir lo que puede ser el puente de esta ciudad de veleros y bólidos con el poder real, con la fuerza incorruptible de la verdad infinita y directa de Dios: hemos descubierto el Santo Grial en la Catedral de la Ciudad de Valencia. Gracias a ello, esta ciudad podrá ofrecer en breve al turista las experiencias básicas de las más altas aspiraciones del reino de dios en este mundo: los veleros, motores al límite, hermosos ejemplares de la raza humana y conexión con lo más alto.
La institución religiosa valenciana de pretensiones académicas ha desarrollado en esta semana un congreso (I Congreso Internacional del Santo Cáliz) destinado a descubrir al mundo la existencia en Valencia de lo que podrá ser la “última copa” de Jesucristo. El congreso ha concluido que el supuesto Santo Cáliz debe ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en esencia y como principal argumento porque es "coherente desde el punto de vista lógico e histórico" que la pieza que se guarda en la catedral valenciana sea un vestigio del mártir sobre el que se fundó la secta cristiana. Las conclusiones del citado congreso revelan, con la firmeza científica ya destacada, que "no se ha encontrado ningún argumento en contra y considera admisible que pueda seguir manteniéndose esta tradición multisecular". Asimismo "frente a la costumbre muy extendida de mencionar como 'competidores' del Santo Grial de Valencia otros objetos de diversa entidad", el congreso ha afirmado en sus conclusiones que "ninguna otra pieza reúne unas credenciales semejantes que puedan convertirlo en alternativa real del Santo Cáliz".
Pero, sobre todo, a diferencia de otras piezas que pretenden emular a la copa del hijo de dios, la de Valencia reúne la belleza, la fineza y el oropel que requiere una pieza que tuvo el privilegio de acariciar los labios del Mesías final. Esta copa, de ágata pulida, es un lujo que inevitablemente cayo en manos del Señor antes de que lo crucificaran.
Si estas afirmaciones se tomaran realmente en serio y la crisis económica no obligará al Gobierno valenciano a frenar el furor de arquitectura megalómana, debería contemplarse la posibilidad de que Calatrava reprodujera la copa en una futurista plaza de toros gigante en la que pudieran dar exhibiciones los formula-1 o navegar a modo de nueva naumaquia los bellos barcos de la Copa del América.

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