lunes, 20 de abril de 2009
Política cultural, cultura de la industria con la nueva ministra
El nombramiento de Angeles González-Sinde ha provocado la polémica por su compromiso desde la Academia de Cine contra las descargas de productos audiovisuales por internet y a favor de la consecución del canon digital. Su nombramiento ha sido un claro mensaje de Zapatero a la sociedad, y un hálito de esperanza para la industria del cine en plena crisis. También se ha filtrado sutilmente, como un cañonazo en plena oreja, la sospecha de que el nombramiento de la guionista (Mentiras y gordas) como Ministra de cultura puede tener relación con que el reglamento que debe desarrollar la Ley del Cine y que a su vez regula las ayudas a la industria llevaba 15 meses de larga espera. Este contexto es tan respetable para un nobramiento como cualquier otro... Quizá juegue a favor de su futura gestión que algunas de las críticas vienen de la furibunda y liberal posición de la Asociación de Internautas, que en ocasiones parece confundir la defensa de los derechos de los consumidores con posturas políticas ultraliberales.
Sin embargo, otros detalles son los que me llaman la atención. En primer lugar que los discursos mediáticos que han rodeado la presentación en escena de la nueva ministra (esencialmente en Prisa, radio y prensa) revelan cierta voluntad por alejarse de cualquier reflexión que pueda darnos luz sobre su modelo de gestión o de política cultural. Se aferra la ministra en sus entrevistas a la idea de que va a ser muy "dialogante" en materia de "descargas" y de desarrollo de la industria digital del audiovisual y que está encantada de "despachar" sobre temas que "conoce menos" como libros, pintura o conservación, pero que le "atraen, lógicamente más". No voy a entrar en este foro a detallar el curriculum de la ministra ni su estirpe familiar de cineastas e industriales influyentes para poner en tela juicio su nombramiento, tampoco en si hay motivos legales para su recusación por razón de incompatibilidad (industrial). Pero parece razonable, en parte para evitar sospechas y en parte para justificar su nombramiento, que se le exija algo más de concreción sobre el papel que un minsterio como el suyo va a jugar en una crisis que no es económica en la industira cultural, sino de modelo de consumo y de creación. Las desacargas y la falta de espectadores en las salas son evidencia de un cambio imparable no sólo en la forma en la que se "poduce" la cultura, sino también en la que se consume, y eso es la esencia misma del proceso de creación. Al cine y a algunas (muchas) de sus profesiones le quedan el mismo tiempo que le quedan a los carteros... un papel residual o marginal en la comunicación. Ni la SGAE, ni las leyes punitivas, ni las subveciones multimillorarias a la industria van a parar eso. Quien se arroga la representatividad de la industria creativa para negociar los dineros es, con toda seguridad, el menos creativo de los representantes. Y puede que este nombramiento ministerial sea un síntoma o una prueba. La falta de discurso en la ministra es un síntoma... el nombramiento en Zapatero es una prueba o una falta de ellas. Para despejar dudas es necesario esperar un poco, algo más que el tiempo que le ha dado la Asociación de Internautas que ha sido cero.
Etiquetas:
Economía de la comunicación y la cultura,
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