domingo, 15 de febrero de 2009

Mensajes a la Cristiandad y supuestos errores de comunicación



El pasado 21 de enero Benedicto XVI perdonó a cuatro obispos lefebvrianos enemigos del Concilio Vaticano II, declarados ultraconservadores que fuero excomulgados por Juan Pablo II en 1988 tras seer consagrados por Marcel Lefebvre. El perdón llegó justo la misma semana en la que uno de ellos, Richard Williamson, hacía público su postura "negacionista" sobre el holocausto judío. Federico Lombardi, jefe de prensa del Papa, disculpó este detalle como un error de comunicación: el Papa desconocía la postura de los perdonados sobre estos temas... las comisiones que tramitaron este perdón parece que desconocían la postura de Williamson, o simplemente no se dieron por aludidas. Un error de comunicación que deja las cosas como están, con los perdonados de nuevo en el camino del paraíso, incluidos en la comunidad y en la comunión de los fieles y con las verguenzas (o las habilidades, según se mire) de la conocida eficacia diplomática del Vaticano al aire. Sin embargo, el mensaje a la cristiandad estaba dado... el ecumenismo y la voluntad de búsqueda de paz con las grandes religiones monoteistas que impulso Juan Pablo II está periclitado. En realidad, este impulso de unidad pan-eclesial era el último rastro que el Papa polaco había dejado del Concilio Vaticano II, y ha quedado fulminado con una finta sutil de Benedicto XVI, un gesto de estratega prusiano (o estadista bávaro) que supone acoger en el seno de la Iglesia a una banda de pseudoobispos preconciliares y filonacis. Benedicto XVI prentede volver a la guerra de las religiones con el objetivo de gestionar las tensiones propias de una Iglesia en crisis que trata de ponerse a la defensiva y cerrar sus filas, aunque ese cierre de filas se afiance en la profundidad de los errores de la Europa del pasado siglo XX, o de la Edad Media (léase "Reconquista" en el caso de la Conferencia Episcopal española).

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