domingo, 22 de febrero de 2009

Menos pluralidad informativa o como salvar La Sexta


Se avecinana tiempos de vacas flacas para la pluralidad informativa. El Ministerio de Industria acaba de aprobar un Real Decreto que permitirá la fusión entre operadores de televisiones privadas y la participación de un mismo accionista en varias empresas. Las nuevas limitaciones a esta concetración se sitúan en este Real Decreto, no en los porcentajes de accionariado, como hasta ahora, sino en las audiencias acumuladas de las cadenas implicadas. Un mismo accionista podrá tener acciones en más de un operador siempre que las empresas en las que participe no superen más del 27% de la audiencia. De hecho, Industria suprime lo límites existentes a la concetración de empresas de comunicación y permite que los seis principales operadores se puedan quedar, a través de un sistema de fusiones, en tres. En la agenda oculta del Real Decreto está dar soporte a las empresas audiovisuales en la actual realidad económica, un escenario que ya se apuntó con la creación del mapa digital de las televisiones en España: no hay mercado publicitario para tantos operadores y, mucho menos, si todos juegan a ser operadores dominantes. Sin embargo, la estrategia que se percibe es todavía más opaca: se aprovecharon las vacas gordas para repartir licencias a los amigos... y ahora las vacas flacas sirven para forzar fusiones que favorezcan la supervivencias de los medios afines. En este caso, la operación conlleva un esfuerzo a la desesperada (poco antes de la previsible promulgación de la Ley Audiovisual Estatal, prevista para marzo) por salvar a La Sexta de una situación acuciante y permitir que TeleCinco o Antena 3 (previsiblemente esta última) se haga con ella. ¿Dónde queda la promesa de pluralismo con al que en 2005 Zapataro abría el mercado con la entrada de Roures y Prisa en el negocio de las televisiones generalistas privadas? ¿En qué van a quedar los procesos de destribución de licencias de TDT que supuestamente debían servir para aumentar la oferta de los ciudadanos? Y, sobre todo, ¿es sostenible una estructura audiovisual que se sutenta en la especulación y en el negocio del deporte (fútbol) más que sobre la creación de una oferta plural y que garantice el derecho a la información y dé acceso a los medios a la sociedad civil y al conjunto de las opciones y sensibilidades sociales y culturales...?

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