Globalizados y a lo loco, expuestos a los mercados y al universo Internet sin algunas herramientas básicas, como la Ley de neutralidad en la red que, como la esperada ley de transparencia de la administración pública y la fallida regulación de las sostenibilidad económica, se nos vendió en España como las puertas a la sociedad digital y al final de la crisis. Ahora nos aseguran que no hay tiempo y que no será. Se ha regulado, mal, los derechos en la red de los productores de contenidos (que no de los usuarios ni de las redes de distribución), pero las garantías de desarrollo de una sociedad digital democrática, algunas al menos, se han quedado por el camino.
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