Álex de la Iglesia se ha borrado de la partida de la Ley Sinde, no sin antes dejar lo más borroso posible su posición al respecto del control de la red. En un artículo escrito con cierta precipitación, disperso y poco transparecente (dudo de su sinceridad, sospecho de su inconsistencia como argumento de base), lo único que le queda al lector claro es que Álex, como Saulo (San Pablo antes de caer del caballo), ha visto la luz, donde dije digo digo diego: con la ley aprobada lo mejor para Álex y su negocio es que no se sepa si sube o si baja ("porno"), ni si sus amigos son los de la industria, los de las subvenciones o los internautas que tienen que hablar bien de él para que alguien pague en taquilla (donde queda el linchamiento de Amador Sabater en la famosa cena). En fin, no sé quién ha quedado más retratado, si Sinde aprobando su ley en segunda jugada o Alex de la Iglesia con su salida de escena... Lo que me queda claro es que ni la una ni el otro se representan a si mismos en esta comedia, y que, para cuando salgan de foco, quieren tener el culo lo más limpio posible. Dejo a la lectura de los interesados el texto con el que Alex de la Iglesia, con la ayuda de Diego Maeztu (?), jugó a ser ministro; un borrador de Ley Sinde a propuesta, supuestamente del sector internauta, que alguien filtro o lanzo como cortina de humo del pacto PPSOE. Para el análisis de los expertos juristas queda este farragoso tema y sus flecos (ya hay sugerencias en la red para salvar los obstáculos jurídicos de la ley). Vivimos tiempos simultáneos de gatos vivos y gatos muertos.
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