domingo, 21 de febrero de 2010

"La cinta blanca" o la violencia en la condición humana


La cinta blanca (2009, Michael Haneke) es un obra cinematográfica rotunda. Una obra tan "abierta" que soporta la lectura superficial y complaciente y la más profunda reflexión sobre la estecha relación entre la violencia y la condición humana. De lecturas superficiales, he leído varias en la red, me han contado otras, y he estado tentado de acomodarme en una primera impresión, cayendo en, lo que creo, es una trampa del director para espíritus sordos.
He oído y he leído, que La cinta blanca ("Das Weiss Band: Eine Deutsche Kindergeschichte", es decir, "La cinta blanca: una historia infantil alemana" en su título en alemán) es la historia de unos niños que reaccionan con violencia ante el autoritarismo educativo de sus padres... que el relato refleja un hecho puntual en la historia de Europa en el que una generación de niños, sometidos a la autoridad calvinista y prusiana se convierten en monstruos y en el germen del nacismo. He leído y he escuchado que La cinta blanca es la historia de una sociedad violenta, la alemana, que reproduce un estado de represión permanente, de opresión social, de permanente búsqueda del exterminio del débil por el poderoso, una sociedad cuyo único estadio de purificación es la guerra, es decir, la puesta en marcha masiva de la ética de la opresión, represión y exterminio de todo el que sea débil en provecho del bienestar de los poderosos o del fuerte en cualquiera de sus concepciones sociales. He leído y he escuchado, que el relato de la La cinta blanca es un alegoría perfecta de las consecuencias familiares y sociales de la estructura patriarcal, mecanismo básico de la violencia y combustible de la represión de las mujeres y de la puesta en marcha de la guerra como forma desatada de la fuerza machista.
Quizá todas estas lecturas, y otras, sean válidas y posibles, hasta necesarias, como dijo Eco en Lector in fabula, solo hay lectura cuando el receptor se sumerge en la obra y negocia con ella. Pero en el caso concreto de La cinta blanca, creo que Haneke, director perverso e inteligente en la búsqueda de los resquicios de nuestra conciencia occidental (Funny games), hábil para jugar con el lenguaje del medio cinematográfico, siembra en esta "apertura" de lecturas el verdadero sentido de su obra. La cinta blanca trata de describir, a través de un cuento infantil y de una alegoría históricamente contextualizada, la esencia de la condición humana, la presencia en toda estructura social compleja (occidental?) de un esfuerzo por centrifugar la violencia y ponerla al servicio de los más fuertes y a disposición de la reproducción de las formas de superviviencia y de bienestar. Me ha sido inevitable percibir cierta hipocresía (propia y ajena) en quienes queremos ver en la lejanía del norte de Alemania el germen de la violencia organizada e institucionalizada, convirtiendo a los jóvenes y futuros nacis en cabeza de turco de una Europa sanguinaria y falta de compasión que tuvo y tiene en España, por ejemplo, y en su transición del fascismo a la democracia uno de los "momentos europeos" más cruentos, opacos e irreflexivos... y pendientes de suturar. Cualquier lectura que haga culpables a los "niños" y olvide que los padres "autoritarios" también fueron niños, o que enclaustre en la Alemania prenaci el sentido de su relato, deja cerradas otras lecturas para evitar que se desborden los sentimientos de culpa y de humanidad que todos arrastramos y ocultamos.
Una última reflexión, la guerra como elemento "purificador" al final del
film se puede percibir como algo lejano, o tan cercano como lo son los miles de soldados estadounidenses, daneses, españoles, etc. que se baten contra la "otredad" excolonial del Medio Oriente, una guerra por las riquezas de los "débiles" que las potencias llevaron en el 1914 a las trincheras de Centroeuropa y que ahora se dirime tan lejos y tan cerca como el universo globalizado habilita. Y una pregunta... ¿en qué guerra luchará (Afganistan?) o en qué "Guantánamo" servirá el hijo de Clareece, la protagonista de la optimista y reformista "Precious"?


Transparencia en la realeza y arquitecturas digitales opacas


Transparencia en la realeza o transparencia real frente a la opacidad digital. La Casa del Rey ha filtrado la información de que se dispone a hacer pública su agenda de actividades ("no todas, pero sí las de mayor importancia"!?) en Internet a través del soporte de los servicios de comunicación en red, redes sociales o web 2.0, que de las tres formas podemos definir los servicios que ofrecen Facebook, youtube, filckr... etc. El hecho de que una de las instituciones más opacas de la democracia (y la transición) española haya optado por el uso de estos servicios digitales para comunicarse con la sociedad y articular su imagen pública me ha hecho poner una sombra definitiva sobre el papel que las redes sociales están jugando en el terreno de la comunicación de masas. Cierto que estas redes han revolucionado las formas de comunicación interpresonal e intergrupal, pero me resulta sospecho el uso que pretenden hacer de ellas las instituciones sociales en sus relaciones públicas. De hecho, ¿cómo se entiende que una institución como La Casa Real, que se niega sistemáticamente a hacer visibles y transparentes sus funciones políticas y que no publica ni fiscaliza su presupuesto público, decida lavar su imagen y construir una fachada de transparencia a través de las redes sociales? La arquitectura de la red permite la construcción de procesos de comunicación complejos y abiertos, que difundan la información necesaria para hacer transparente las instituciones complejas, pero el uso que hace La Casa Real es tan sencillo como democráticamente cuestionable. Las redes sociales, o mejor dicho, los servicios mayoritarios utilizados y ofertados para la construcción de redes sociales, simplifican los procesos de comunicación haciéndolos más "masivos", pero más limitados en su capacidad de permitir el acceso a la información. Se ha dado el salto directo desde la utopía de la democratización digital de la información, a la realidad de la "reproducción" masiva de información sin valor político económico, sin pasar por el desarrollo real del acceso a la información. Simplificar las arquitecturas informativas, para simplificar la información que se traslada a los ciudadanos. Forzando el préstamos de W. Benjamin... posiblemente estemos ante la "información, en la era de la simplificación digital y técnica de las comunicaciones".